17.4.13

El sendero hacia la Arquitectura Regresiva.


Recordemos aquella vez cuando nos dimos cuenta de que las personas podían relacionarse con la naturaleza:





Esa relación, desde que recordamos, ha sido de consumo de la naturaleza para 'beneficio' de las personas.
Pues siempre las personas se han visto como lo primordial,
lo demás, incluida la naturaleza, es un medio para alcanzar mayor calidad de vida.
Por ello, fue sembrado (en las mentes) el que aquí se llamará 'árbol del progreso'.

La calidad de vida se alimentaba entonces de ése árbol,
pero éste sufrió severas mutilaciones,
de su tronco de tres enormes ramas, dos de ellas le fueron cortadas de tajo; la ecológica y la social,
pues el florecimiento de ambas era lento y el progreso no entiende de frutos de temporada.

Al quedar sólo la rama económica, el árbol no tuvo mas que sólo florecer lo que de esa rama manaba: el dinero.

Desde ese entonces, la calidad de vida dependió solo del dinero, 
las personas comenzaron a beber infusiones de ésta hierba, saciando la sed de progreso.
Pero esa bebida no estaba completa,
así fue como se perdió la calidad de vida, sustituyéndose ésta por lo genérico: el nivel de vida.

La infusión de dinero provocó hambre, pues sólo beber no sacia al organismo,
Así se comenzó a producir, reproducir y adquirir objetos, que se convirtieron en el pan de cada día;
éstos objetos, carentes de nutrientes, llevaron a generar otra ficción: llamarlos "bienes"
así se vio aplicada la vieja estrategia de engañar el estómago con comida chatarra.

De este modo, a mayor infusión de dinero, mayor la ingesta  de "bienes",
no siempre necesarios para lograr calidad de vida, 
pero si imprescindibles para aumentar el nivel de vida, 
dado por el follaje del mutilado árbol del progreso.

Entre esos bienes, se consumían alimentos varios como:
Profesión (que ensena a producir y consumir), 
empleo (que provee el dinero para lo anterior), 
automóviles (para hacer parecer mas veloz en la vertiginosa carrera por acumular), 
televisores cada vez mas sofisticados, computadoras y demás objetos de deseo que llevan a los limites del fetichismo.

Pero de todos los bienes de consumo hacia el ansiado progreso,
el mas peligroso ha sido aquél llamado 'edificio';

Con éste objeto, justificada su existencia para 'permitir el habitar', 
se han cometido severas atrocidades al hábitat mismo que la naturaleza provee.

¡Hasta se ha perpetrado el sacrilegio de llamarlo 'hogar' en su variante doméstica!

Comúnmente, el edificio no es un objeto que se encuentre 'hecho' para utilizarlo,
requiere invertir mucho follaje (dinero) de la rama económica de aquél árbol de la prosperidad,
para convertir un medio natural en un artificio,
en un destruir para construir.

La acumulación de edificios dio un nuevo fruto: la manzana (nombre genérico para referirse a bloque o cuadra desde una perspectiva naturalizada, menos artificiosa).
Y de la acumulación de esas manzanas nacieron barrios,
donde el espacio entre manzanas es lo que conocemos como calle, 
o calzada, o avenida según su capacidad para alojar otro objeto fetiche: el automóvil,
en función del cual toma forma el 'hábitat' que los progresistas han obtenido: la ciudad.

Éstos tiempos corresponden a la 'era urbana', difícil sería la vida sin ciudades,
pero imposible sería la vida sin naturaleza.
Muchos se jactan de cuidarla, de preservarla, de mantenerla,
como si ésta necesitara los cuidados que requiere un niño o un anciano indefenso.

La naturaleza no necesita ayuda, ¡nosotros somos quienes necesitamos ayudarnos!
A no dificultarnos la procuración de alimentos, 
a no gastar más dinero en recursos, 
a no gastar más tiempo en producir dinero,
sino a invertir ese tiempo en lo realmente importante;
conocer la propia tierra, no 'profesiones' abstractas, 
esas que generan 'profesionistas autómatas', 
lo que se requiere es gente que conozca su tierra,
que sepa cómo interactuar con ella para producir el propio alimento,
la propia energía, el hacer con las manos
y enseñar a los pequeños a hacerlo,
gente que labore, no que trabaje,
gente que conviva (comparta su vida) con su familia, con sus amigos, con sus aprendices.

Si el 'bien' más perjudicial ha sido el edificio, y éste nace de aquella 'profesión' llamada arquitectura,
esa que en tanto que ejercida por autómatas dedicados a la construcción
ha sido un medio  para la voraz destrucción del ambiente en favor del 'progreso',
propongo hacer una pausa,
dejar de pensar en seguir rumbo al progreso,

¿Qué tal si vamos de regreso?

Dejemos de buscar progreso,
olvidémonos de la ansiada inmortalidad, permanencia y aquella 'promesa de vida eterna',
aceptemos nuestra naturaleza como seres efímeros;
Dejemos de pensar en construir (del alto alemán 'buan', que significa habitar, permanecer, residir)
y permitamos que la naturaleza, nuestra naturaleza, se apropie de lo que siempre ha sido suyo,
que nuestros edificios vivan y mueran, 
que no permanezcan, antes bien que pertenezcan,
a la naturaleza propia de todo lo vivo que perece,
a la naturaleza de todo lo vivo que da vida,
que permite producir y re-producir la vida misma,

Claro esta que las soluciones físicas no resolverán por si solas los problemas sociales, ecológicos y económicos, pero se requiere de un marco fisico coherente para coadyuvar en la concreción de un nuevo operar 
comunitario.

Por ello, sin negar los avances teóricos y técnicos de la arquitectura que practicamos hoy, retornemos de manera dialéctica a los conceptos de:





Casas-granja que permitan la cosecha de alimento y energía, provistas de espacio para la siembra, la hidroponia, el tratamiento natural de aguas servidas o la conversión de luz solar en electricidad.
Condominios-parcela, que emulen el origen de las primeras comunidades, que se organizaron para compartir responsabilidades de producción y consumo de bajo impacto.










Edificios - hacienda-taller: No mas oficinas-prisión donde se trabaja (de trepallium=instrumento utilizado para castigar a los esclavos), sino sitios donde se co-labora directamente por fines colectivos y no mas con la intermediación del dinero. En estos lugares puede retornarse al sistema de 'mano-vuelta', (tu me ayudas, yo te ayudo) donde cada quien pone sus habilidades a disposición de quien las necesite a cambio de lo mismo. Así, el dinero no sera mas necesario, y el desarrollo de mas capacidades humanas sera indispensable.










Condominios - parcela, donde la alta densidad se une a la agricultura vertical. Vivir en común-unidad emulando la usanza de las primeras comunidades y su establecimiento fundado en el autosustento.















Plazas Comerciales-tianguis de trueque, sitios accesibles (lo que en latin significa 'alcanzable con los propios pies'), que hagan posible el intercambio de lo hecho en casa, lo sobreproducido en la parcela o la hacienda y obtenido de una repartición equitativa.












Colegios de educación vivencial, fundamentada en la biomimética y la permacultura; con espacios que privilegien la educacion por encima de la mera información. 
No para formar profesionistas autómatas en serie, sino para educar personas en, por y para la vida, entendiendo cuatro grandes áreas: La ecología (ecos= casa + logos= estudio), la economía (ecos=casa + gnomos=conocimiento), lo social y lo humano.







Lo anterior puede ser conectado por avenidas-vereda; esas extensiones de asfalto donde impera el automóvil, pueden llegar a ser utilizadas a velocidad de vereda, a pie, bicicleta o transporte publico y donde el auto particular deberá ser compartido para evitar que en un vehículo se transporte una sola persona. Si cambiamos los empleos de horario a cumplir por labores de tiempo efectivo, cual sera la prisa?


Para ello serán necesarios predios donde practicar la agricultura, la botánica, la zoología, la autoconstrucción, la preparación de alimentos, la medicina alternativa, la geografía, la física, la filosofía, las artes... pero sobre todo, la observación del medio, pues hace años que solo vemos, sin observar.

Por lo anterior, la arquitectura regresiva tiende a la optimización de las formas y los materiales existentes, adaptando y reposicionando aquellos sitios cuyo rendimiento sea bajo en relación a las necesidades humanas. De ésta manera, la ocupación de la arquitectura regresiva no es la estética, sino la eficiencia, pues los humanos asignamos cualidades estéticas a lo que comprendemos y percibimos como eficaz.
Este camino no es definitivo, se encuentra en permanente proceso de construcción y de cambio. Ademas, acepta que en algún momento, como todo proceso, dejara de ser eficiente y colapsara, llegando así el momento de cambiar de rumbo hacia donde otras generaciones crean conveniente desde su experiencia de vida.

Utilicemos entonces los lugares que ya están construidos, 
pues no se trata de demoler para volver a hacer,
ni mucho menos de seguir la moda de 'enverdecer',
pues con plantas y flores no se cubren los errores de construcción,
las plantas y animales son seres vivos que mueren para ser abono fértil a nuevos florecimientos, 
son sus procesos lo que se debe emular.

Edificios que son fuente de conocimientos, que hacen florecer el sentido común, 
obras que enseñan, no sólo a ser erigidas con diversos materiales, 
sino a entendernos como materiales mismos de una obra hecha de lo vegetal, de lo animal 
y asistido por lo humano y sus logros en lo artificial.

Construcciones que se adaptan para preservar y posibilitar la vida,
lugares que respiran, transpiran e inspiran a vivirlos,
sitios para ser recorridos por quienes los ocupamos, 
para movernos dentro de ellos no como parásitos inmóviles en una sala, un baño o un dormitorio,
sino como células que llevan energía de un órgano a otro.

Espacios no divididos en habitaciones para los hábitos (lo habitual), 
esos que separan familias, alienando a cada uno a su celda asignada de por vida,
sino entornos fluidos, que permiten el correr del aire, la convivencia entre iguales,
hogares que realmente lo sean, que den cobijo y reúnan.

Dejemos que los edificios tomen la forma y el modo de operar que sus moradores decidan,
construir es una necesidad humana, no una actividad exclusivamente aprendida tras pasar por una profesión.
La arquitectura y los arquitectos, como muchos otros profesionales, no son ya necesarios, 
la educación institucionalizada es cuestión desde tiempo atrás caducada.

Necesitamos pues dar vuelta hacia la naturaleza nuestra,
aquella que quedó rezagada atrás.
Es necesario dar vuelta a la construcción de un progreso de rumbo probadamente equívoco,
para encaminarnos de regreso a un sendero hacia un origen que nos permitió vivir.

Laboremos para re-conocer,
actuemos para re-vivir
comencemos así a vivir;

¡HAGAMOS ARQUITECTURA REGRESIVA!

Arturo Martínez Merinos
Primavera de 2013.

Referencias: 

1. Dupin, Eric. La décroissance, une idée sous la récession. 2012. 
2. Latouche, Serge.  Decrecimiento, camino de la sostenibilidad. 2010.
3. Bermejo, Roberto. Manual para una economía ecológica. 1994.
4. Gottman, Jean. Megalopolis, the urbanized northeastern seaboard of the United States. 1960.
5. Illich, Iván. La sociedad desescolarizada (1971).
6. Lefebvre, Henri. El derecho a la ciudad (1966)
7. Heidegger, Martín. Construir, pensar, habitar. (1951)